Llueve y sale el sol. Este ciclo se repite hace unos días en forma intermitente en nuestra provincia, con temperaturas máximas que oscilan entre los 33 y 36 grados con alto porcentaje de humedad. “El aire se vuelve irrespirable, se transpira mucho y si no nos protegemos del sol y no tomamos mucho líquido -sobre todo agua fresca con sales hidratantes- el intenso calor puede traer consecuencias indeseadas para la salud, especialmente en niños y en mayores de 65 años”, advirtió la doctora Aurora Rueda, jefa de la unidad de Geriatría del Hospital Padilla, y directora del curso de posgrado en Geriatría que dicta la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Tucumán. La gerontóloga y geriatra y su par, doctor Moisés Schapira, director del Centro Médico Hirsch (para adultos mayores) dieron algunas recomendaciones para evitar el golpe de calor en viejos.
El organismo humano, explicaron los médicos, tiene la capacidad de mantener constante la temperatura corporal, incluso en presencia de variaciones ambientales. Sin embargo, a medida que envejecemos se producen cambios en la termorregulación y en la percepción de la temperatura por distintos motivos:
1) La piel se vuelve más delgada y se desnaturalizan los receptores cutáneos de la temperatura, por lo que la gente mayor puede tener dificultad para percibir con certeza si tiene frío o calor.
2) Se ha demostrado que con el envejecimiento se presentan déficits de adaptación a las temperaturas externas, por lo cual en días tórridos aumentan las posibilidades de sufrir un golpe de calor.
3) La cantidad de agua corporal disminuye en edades avanzadas.
4) También disminuye la capacidad de retención de orina, por lo que muchos adultos mayores no quieren tomar agua.
5) Los viejos son polimedicados: los antihipertensivos y diuréticos aumentan el riesgo de sufrir deshidratación.
Golpe de calor
Cuando una persona sufre un golpe de calor, su temperatura corporal supera los 40 grados centígrados, su pulso se acelera pero es débil al tiempo que disminuye la frecuencia respiratoria. También pueden producirse cambios en el estado de conciencia (somnolencia), cesa la sudoración y la piel se observa seca, caliente y enrojecida. Otras manifestaciones son: dolor de cabeza, sensación de fatiga y de sed intensa, náuseas, vómitos y/o calambres musculares. En tanto, los signos de la deshidratación son: confusión, se seca la boca o se torna pegajosa, baja la presión arterial y puede aparecer irritabilidad, sudoración excesiva, respiración agitada, pulso débil pero rápido, vértigo, calambres, cefalea, entre otros síntomas. “El golpe de calor es más frecuente y peligroso entre los viejos porque son distérmicos, el organismo tiene dificultad para regular las temperaturas del cuerpo. Por eso tienen que aprender a cuidarse “, enfatizó la doctora Rueda.
Qué se debe hacer
Si aparecen los síntomas descriptos, lo ideal es concurrir rápidamente a la consulta médica en el centro de salud más cercano. El médico realizará la evaluación y le indicará hidratación continua son agua y sales mineraleas y refrigeración de los ambientes. Los ancianos que viven solos o que no tienen cuidadores permanentes deben tomar las precauciones necesarias. Si una persona estuviera acompañada y siente mareos o se desvanece hay que acostarla en un lugar fresco, bajo techo, ofrecerle abundante líquido fresco para rehidratarla, nunca infusiones calientes ni dulces. Un chorro de agua en las muñecas proporciona alivio. Si la temperatura corporal aumenta, hay que sacarle la ropa, pasarle una esponja mojada por la cara, y, en lo posible, darle un baño con agua fresca. También se le puede poner paños fríos y bolsa de hielo en la cabeza.
CONSEJOS
- Tomá agua con sales hidratantes
- Tené siempre una botellita de agua a mano y ofrecele a los mayores varias veces al día.
- Tomá duchas o baños frescos (no fríos).
- Usá ropa suelta de algodón y de colores claros que permita transpirar (las fibras acrílicas dificultan la sudoración y retienen más calor).
- Protegete del sol con un sombrero o una sombrilla.
- Usá cremas de protección solar, factor 15 o más.
- Tomá bastante agua antes de comenzar cualquier actividad. Bebé agua con sales hidratantes o jugo de frutas frescas durante todo el día.
- Evitá la ingesta de bebidas alcohólicas y las infusiones calientes.
- Optá por comidas frescas y livianas. Nada de frituras ni grasas. Comé muchas frutas y verduras.
- Programá las actividades al aire libre para antes de las 10 y después de las 18.
- Si sufrís alguna patología respiratoria o cardíaca, hipertensión arterial, diabetes, obesidad o patologías crónicas recordá que los riesgos se multiplican.
¡Cuidado con la hipotensión!
Durante los días de mucho calor se produce vasodilatación corporal, lo que genera la caída de la presión arterial. Como consecuencia aparece una cierta dificultad para respirar junto a una sensación de mareo. Todo esto lleva a la pérdida del sentido, genera confusión. Unos momentos de reposo a la sombra ayudan a recuperarse. Ducharse con agua fresca o poner las muñecas bajo un chorro de agua alivia bastante. En estas ocasiones la piel suele estar húmeda y relativamente fría. La temperatura interna es más elevada de lo normal. El corazón da la señal de peligro, produciéndose el mareo al no resistir el organismo la sobrecarga de mantener la presión.
“La deshidratación es más peligrosa en ancianos. La sed avisa de la pérdida de líquidos, y en algunas personas mayores, este mecanismo no funciona con precisión. Cuando falla el mecanismo del sudor, la piel permanece seca y sube la temperatura interior. Reitero: los viejos con autonomía deben aprender a cuidar su salud y a pedir ayuda médica cuando lo necesiten”, machacó la doctora Aurora Rueda.